Monday, February 17, 2014

"El hombre que mató a Bin Laden está... jodido"

Jon Garay
El Correo - ‎lunes‎, ‎17‎ de ‎febrero‎ de ‎2014

El 1 de mayo de 2011 Obama dio un puñetazo sobre la mesa del tablero mundial. Con el aire solemne que corresponde a las grandes ocasiones, el presidente de Estados Unidos anunció la muerte de Osama Bin Laden, el terrorista más buscado del mundo desde que casi diez años antes, el 11 de septiembre de 2001, perpetrara el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York. La primera potencia mundial dejaba claro así que su poder seguía intacto y que antes o después, quienes desafían su posición lo acaban pagando.

Habían sido muchas las pistas falsas y las operaciones fallidas a lo largo de la última década, pero esta vez había sido la buena. Un equipo de Navy Seals, la elite de la marina, asaltó el recinto en el que se escondía Bin Ladden en Abbottabad, Pakistán. El terrorista estaba en el tercer piso del edificio principal. “Bop. Bop. Nuestro guía había visto a un hombre que se asomaba por la puerta de la derecha del vestíbulo (...) Desde mi situación, no podía saber si las balas habían dado en el blanco o no”, cuenta Mark Owen, pseudónimo de Matt Bissonnette, en un libro titulado ‘No Easy Day’ en el que como miembro del equipo cuenta una versión distinta a la difundida oficialmente. Poco después llegó la respuesta. “Creo que es nuestro chico”. Lo era.

Ahora, dos años después de aquella operación, sólo dos de aquellos 23 hombres siguen vivos. El propio Bissonnette y el autor de los disparos que acabaron con la vida de Bin Laden. El resto han muerto en combate. El primero ganó su buen dinero con el libro; la situación del segundo no deja de sorprender en el país de los héroes y las grandes hazañas. ‘El Tirador’ -así lo llaman- no tiene pensión ni seguro médico, sufre artritis, tendinitis, problemas oculares y dolores de espalda, todo producto de los 16 años de servicio al límite. Su situación es tal que pese a estar  separado, vive con su mujer en la misma casa por una cuestión meramente económica.

Su aterrizaje en la vida civil no ha sido nada fácil, tal y como reconoce en una entrevista con el periodista norteamericano Phil Bronstein, conocido en la prensa rosa por haber sido marido de Sharon Stone. Rechazó el camino que muchos de sus compañeros suelen seguir, dedicarse a la seguridad privada en empresas de mercenarios como Blackwater. Incluso su tío intentó introducirle en el mundo de los videojuegos como asesor en alguna de esas sagas de guerra que tanto triunfan. La respuesta de Electronic Arts fue que ya tenían 30 de sus excompañeros para un solo juego, el ‘Medal of honor Warfighter’.

A su más que precaria situación económica se le une el peligro que conlleva haber participado en la muerte de Bin Laden. Se suponía que nadie debía saber quiénes habían llevado a cabo la operación, pero pronto se desveló que había sido el Team Six, la elite entre la elite de los Seals. Los propios integrantes del comando sabían que ocurriría. “Le doy una semana hasta que digan que han participado los Seal”, dijo Bissonnette a uno de sus colegas mientras veían el anuncio de Obama. “Y una mierda. Yo no le doy ni un día”, le contestó.

ABC News incluso ofreció las pautas para reconocer a uno de estos supersoldados. El peligro estaba ahí. Cualquier islamista podía vengarse de los hombres que habían matado a su líder. ‘El Tirador’ llegó a enseñar a sus hijos a esconderse en la bañera en caso de peligro y a disparar a su exmujer. También guarda un cuchillo en su tocador como último recurso. Además, tiene preparado una especie de kit de supervivencia con ropa y alimentos para poder sobrevivir dos semanas escondidos. La siguiente medida podría ser cambiar sus apellidos para evitar posibles amenazas.

El futuro de ‘El Tirador’ no parece demasiado prometedor. Se le ofreció ser incluido en una especie de programa de protección de testigos que le obligaría a cambiar de identidad y cortar toda relación con familia y amigos. Su nuevo trabajo sería como conductor de un camión de cerveza en Milwaukee... si ese programa de protección existiera. Como titula Bronstein su artículo, “el hombre que mató a Osama Bin Laden... está jodido”.