Wednesday, December 31, 2014

Padres que descubren la verdad demasiado tarde. Por Carme Chaparro

En una sentencia pionera, dos adolescentes españolas son condenadas por el acoso a una compañera de colegio que se suicidó.

Ellos pensaban que sus hijos eran felices. O, bueno, si no felices, al menos no infelices. Pero demasiados amigos ya han descubierto últimamente que sus hijos sufren. Sufren mucho. Humillados, acosados, insultados y vejados por sus propios compañeros de colegio. Condenados a ser parias en un continuo espacio tiempo que no se acaba nunca: las redes sociales han terminado con las paredes de la clase.
A Luis su madre le vio una tarde unas marcas muy raras en el brazo, justo por encima de los codos, como si un animal le hubiera clavado las garras. No pasa nada, mamá, es que estaba nervioso por los exámenes. Lo mismo le decía María a su madre: son los nervios, mamá, son los nervios los que me hacen vomitar antes de ir al colegio, por eso en los análisis no sale nada, es que no estoy enferma, es que aprobar este curso me está costando mucho. Ismael, sin embargo, le dijo a la suya que el futbol le aburría, y que por eso ya no quería jugar más; prefería quedarse en casa haciendo los deberes.
Esos padres, amigos míos, descubrieron la verdad más tarde.
Descubrieron que Luis se hacía las marcas él mismo porque en un tic nervioso y autodefensivo se abrazaba desgarrándose la piel con las uñas. Que María vomitaba porque no sabía si esa mañana tendría que volver a encerrarse en el baño del colegio mientras un grupo de compañeras intentaba derribar la puerta. Y que a Ismael el balón le recuerda las humillaciones de sus compañeros de equipo, caraculo, gilipollas, eres un puto inútil. Siempre un líder. Siempre una víctima. Y siempre una clase entera que sigue al más fuerte.
Los padres de Luis encontraron ayuda y comprensión no sólo en el colegio, sino también en los padres del cabecilla de los acosadores. Pero, en el resto de casos, los niños han tenido que abandonar la escuela, e incluso cambiarse de barrio. Amigos nuevos. Una vida nueva, en blanco, sin pasado. Como si fueran el testigo protegido del más horrendo de los crímenes.Pero sólo son niños. Tan asustados que, a veces, la única salida que ven es el suicidio.
Como Carla, que se tiró de un acantilado de Gijón el 11 de abril de 2013. Tenía 14 años, pero no podía soportar más vivir en un mundo en el que los insultos eran diarios y no se acababan entre las paredes del colegio, sino que seguían en las redes sociales. Un mundo en el que varias chicas del colegio consideraban lo más gracioso del mundo tirarle por encima agua del wáter o compartir por la red caricaturas de un bicho bizco al que llamaban Carla. Un mundo en el que cada atrocidad era jaleada por el resto de los compañeros e ignorada por el centro.
Las dos cabecillas del grupo de acosadores, del colegio Santo Ángel de la Guarda, acaban de ser condenadas a cuatro meses de tareas socioeducativas, por un delito contra la integridad moral por acosar a la menor. Una sentencia que, para la madre de Carla se queda corta, pero que es todo un ejemplo de que el acoso no debe quedar impune. El siguiente paso, según los abogados de la madre, es actuar por vía civil contra el colegio, porque "ha quedado claro que el centro no tomó medidas contra ellas ni le comunicó la situación a sus padres”, le han contado a El País.
Los acosadores, los cabecillas de los acosadores, no son unos niños inocentes que actúan sin conocimiento. Son adolescentes que saben el daño que hacen y que se emborrachan del poder que esa violencia les otorga sobre el grupo que les jalea porque les teme. Padres, colegio y ley deben actuar contra ellos. Porque hacen que decenas de miles de niños vivan aterrorizados. Tanto, que algunos se quiten la vida.
Ghyslain Raza fue uno de los primeros adolescentes en ser acosado por la red. Hace once años Ghyslain estudiaba en un colegio de Canadá cuando sus compañeros le grabaron haciendo una torpe imitación de Star Wars. Su bailecito dio la vuelta al mundo propagado por internet (se calcula que lo han visto mil millones de personas). Raza cuenta que sus compañeros de escuela le animaban a suicidarse y que se “sentía como si mi vida no valiera nada”. Convertido en abogado, explica ahora lo que vivió para impedir más suicidios adolescentes. “Podéis salir de esto”, les anima.
Pueden sí, pero con ayuda. Con una escuela que quiera ver y que actúe. Con padres que estén atentos a las señales, pero, sobre todo, si los padres de los maltratadores dejan de mirar hacia otro lado, admiten lo que hacen sus pobres-queridos-hijos y ponen remedio. Un líder abusador no se hace de la noche a la mañana.

Tuesday, December 30, 2014

Estimado Profesor Monedero

Estimado Profesor Monedero, usted no se acordará porque ya ha llovido mucho, como tampoco se acordará su compañera Bescansa, pero yo fui alumno de ustedes en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense. Ahora que les veo en la televisión día sí y día también, subidos a la ola de la política que siempre ejercieron en las aulas, hace hasta gracia recordar los años de universidad cuando alguien te pregunta curioso ¿Y tuviste a Monedero?

Ahora, con mi licenciatura bajo el brazo y trabajando fuera de España, en esa misma Bruselas en la que ha acabado su compañero Pablo Iglesias estoy haciendo más memoria que nunca, memoria histórica que dicen, y recuerdo el jarro de agua fría que fue llegar de Mallorca a Somosaguas. Sin haber cumplido aún dieciocho años y acompañado por mi padre paseé por los pasillos de aquel edificio con pinta de cárcel de los años 40 lleno de pintadas anarquistas y goras a ETA. Aquellas paredes en ladrillo vivo de las que malcolgaban carteles te trasladaban a un barrio de navajeros en vez de a una Universidad que se dice puntera. Ni rastro del impresionante Rectorado cuyas fotografías destacaban en el corcho de mi instituto palmesano mientras comprobaba mis notas de selectividad. Y qué decir de La Moqueta, aquel enorme espacio muerto entre la cafetería y la biblioteca del que siempre emanaba una nube de maría poblado por veinteañeros bebiendo cerveza a las 9 de la mañana. Ahora brindan por su éxito señor Monedero. 


Ahora que vuelvo a verle hago memoria y algo no me cuadra. Es usted (y sus compañeros) muy bueno en comunicación. Dan ustedes muy bien en cámara sin ser Pedro Sánchez y regatean como no lo hace ni Rajoy desde su plasma y mire usted le confieso, si no le conociera le compraba por un par de meses, como muchos dicen que estarían dispuestos a hacer, solo para hacer una buena limpieza y librarnos de Tirios y Troyanos. Pero como yo conocí el régimen que instauraron en la República Bolivariana de Somosaguas no les puedo creer. Porque señor Monedero, lo que ustedes quieren hacer no es ni nuevo ni moderno, lo que ustedes quieren hacer llevan veinte años haciéndolo no en Venezuela sino mucho más cerca, en aquel pueblecito a las afueras de Madrid, su laboratorio. Aún recuerdo una clase, no era usted el profesor no se preocupe, en la que una estudiante de Erasmus francesa me comentaba indignada que durante su estancia en la Facultad cada clase era un curso de adoctrinamiento comunista. Yo sonreía y disimulaba porque no quería que me identificaran. Libertad de cátedra lo llaman algunos, pero usted sabe, como sé yo, que la represión no se ejerce solamente a punta de bayoneta. Y usted sabe, como sé yo, que en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, donde más debate y variedad ideológica debería haber, impera un régimen de extrema izquierda en el que no se aceptan opiniones divergentes. Hago memoria y recuerdo como descubría casi en la clandestinidad que algunos compañeros votaban al PP. Era como una salida del armario. No era algo fácil de confesar en la facultad. Si se enteraba el profesor era mejor mantenerse callado y no protestar cuando una clase se tornaba en un mitin del PSOE, o de IU, o de Chavez. Incluso algunos de los pocos profesores de los que se podía sospechar cierta oposición al régimen se cuidaban muy mucho de no ser descubiertos. Quién me iba a decir a mí que había esquivado esa Universidad de las Islas Baleares tomada por los catalanistas para acabar en Madrid, en la mismísima Complutense, destinado a pasar al menos un lustro en el nido de la serpiente de ultraizquierda.


Hago memoria y recuerdo lo que me decían mis propios compañeros en mi afán por atravesar los piquetes para ir a clase un día de huelga, uno de tantos, una de tantas huelgas que no compartía y que según me decían las lecturas era un derecho y no una obligación. Recuerdo que lo que me decían y no era nada amable. Pero señor Profesor, la siguiente huelga, volví a cruzar los piquetes, con la piel más curtida y la barbilla más alta. Así durante cinco años.Hago memoria y recuerdo los comentarios despectivos por llevar bajo el brazo El Mundo o el ABC y si al principio herían, acabé llevándolos por bandera, solo pa´joder. Recuerdo también como los peores ministros de exteriores eran los del PP, y como la peor política económica era la del PP o cómo no había política social si había PP, ni había medio ambiente si había PP. No había vida si había PP.  Era tal vuestra obsesión que todo aquello me hacía ser más del PP, y hoy entiendo que habría sido del Barça si ustedes hubiesen sido anti-barça, y habría sido vegetariano si ustedes hubiesen sido carnívoros, porque lo que ustedes me enseñaron en la Universidad es que tenía que ser todo aquello que ustedes no eran. Por eso Profesor Monedero, hoy tampoco soy del PP... no sé si lo pilla.

Aunque la de Políticas debería ser la facultad en la que más se debatiese. Y aunque las Ciencias Sociales destaquen porque no existe una verdad absoluta que en ciencias puras te diría que 1+1 es igual a 2, aunque sepamos que una teoría no sustituye a otra sino que dos o tres o cuatro teorías distintas coexisten e incluso se ponen en práctica a la misma vez en distintos sitios y aunque nos mientan diciendo que la universidad sirve para dotar al alumno de las herramientas suficientes como para discernir y sacar conclusiones fundamentadas, en su facultad solo existía una respuesta posible: la suya, la oficial. Lo demás suponía ser señalado, increpado o incluso agredido físicamente (que le pregunten a Rosa Díez) cuando no sometido al riesgo del suspenso, a eternizar tu paso por la universidad y ver tu futuro profesional limitado. Con esos mimbres se entiende que la discrepancia se limitase a un guiño furtivo, una temeraria palmada en el hombro bien disimulada o una imprudente salida del armario ideológica en una noche de fiesta. Y mire usted estimado Profesor, durante mis años en la Facultad de Políticas desarrollé una inmensa simpatía por todas las minorías reprimidas pues quienes no éramos de los suyos éramos los negros en el apartheid, los gays en Irán o los intocables en la India. Ustedes sin embargo eran los blancos, los fundamentalistas, los brahmanes que en la India eran los maestros, la casta más alta que salió de la boca de Brahmá.

Ustedes han instaurado en la Facultad de Políticas un régimen en el que existe una casta dirigente y hegemónica, el profesorado que tiene en sus manos el futuro de los estudiantes, y una clase dominada, el alumnado, entre los cuales solo quienes piensan como los dirigentes se sienten lo suficientemente libres como para manifestarse y quienes no comulgan o bien se callan o bien se preparan para recibir los golpes.  Ustedes, cuando no tenemos una sola universidad española entre las 150 mejores universidades del mundo. Ustedes que abochornan a los estudiantes extranjeros que no se creen lo que ven ni lo que oyen y que luego lo contarán en sus países para vergüenza de todos. Ustedes qué tienen que ofrecerle al país a parte de miseria intelectual y económica. 

Eso señor Monedero, cuando alguien se esconde y camufla porque la reacción del entorno es tan fuerte que sus consecuencias son inasumibles, cuando el que está abajo no se atreve a llevarle la contraria al que está arriba porque no hay garantías de que la lucha sea entre iguales, de que pueda aguantar el desafío ni afrontar los costes, eso es también represión.Algunos otros valientes, como la estudiante francesa de intercambio, un día se levantan y le dicen al profesor lo que ningún alumno español se atreve a decirle, abandonando a continuación el aula para siempre entre risas e insultos de los propios compañeros mientras otros nos callamos y aceptamos el régimen porque en aquel momento es más lo que tienes que perder.

Eso pasaba cuando uno aún no había cumplido los veinte, pero ahora que mi futuro no está en sus manos, tengo la obligación de no callarme para evitar en la medida de lo posible que gente como usted, estimado Profesor Monedero, vuelvan a tener en sus manos el futuro de alguien.

¡Ah! Y no pongo mi nombre y apellido porque sé como se las gastan.



Monday, December 29, 2014

Podemos y Seremos


LA GRAN BORRACHERA.


IGNACIO MARTÍNEZ EIROA Teniente General del Aire


Tal vez sería más exacto escribir “embriaguez” pues a ésta la define el DRAE como 

“enajenamiento del ánimo” y así nos encontramos todos los españoles –salvo muy 
contadas y honrosas excepciones – desde la fecha en que el Jefe del Estado y 
Generalísimo de los Ejércitos D. Francisco Franco Bahamonde entregó su alma al 
Señor. Si, como algunos pensaban, el finado era el causante de todos nuestros males, 
todo serían bienes a partir de entonces. Los españoles no sólo seríamos “justos y 
benéficos”, como proclama la Constitución de 1812, sino que seríamos también 
prósperos, sanos, ricos y felices. Y, todo ello ¡gratis!
Ahora al bajar la marea, llega la resaca, y nos cuesta comprender que no hay nada 
gratis. Cuando alguien disfruta de un bien es porque otro lo ha pagado. Y el que no lo 
paga no lo valora, lo malbarata, lo derrocha. La España que teníamos en 1975 la habían 
pagado nuestros padres y nuestros abuelos. Y muy cara por cierto, y ellos la apreciaban 
en lo que valía, con sus defectos y sus virtudes, que también las tenía.
Pensar que un solo hombre puede modelar una nación es una quimera. La España que 
bajó el telón en 1975 la habían hecho entre todos los españoles, a tuertas y a derechas. 
Como hicieron la de 1936, y la de 1931, y la del 2 de mayo de 1808, y la del 12 de 
octubre de 1492, todas y cada una de las Españas que se han ido sucediendo a lo largo
de los siglos. Las hicieron nuestros antepasados, los españoles de la grandeza y de la 
miseria, el heroísmo y la cobardía, la lealtad y la traición, héroes y villanos. Como todos 
los pueblos pero yendo siempre un poco más allá, hacia lo alto y hacia lo hondo, hacia 
la grandeza y hacia la miseria. Entre todos hicieron este pueblo en el que es más 
peligroso ser Presidente del Gobierno que matador de toros. Hicieron España 
entregando su vida, Prim, Cánovas, Canalejas, Dato, Carrero Blanco, (cinco Presidentes 
de Gobierno)… y, con ellos, tantos españoles heroicos, cuyos nombrees no pasaron a la 
historia; y la hicieron también sus asesinos, unos para el bien y otros para el mal, el 
anverso y el reverso de esta moneada que se llama hombre. E igualmente la hicieron 
aquellas personas de corazón limpio que celebraban los triunfos y lloraban las tragedias, 
mientras realizaban su tarea diaria, anónima y callada. La fiel infantería.
Ahora nos toca a nosotros, a los españoles que a partir de 1975 nos emborrachamos de 
libertad mal entendida y, en nuestra torpe embriaguez, hicimos una tómbola, y 
sorteamos pedazos de España. A todos les tocó una autonomía, hasta aquellos que no 
habían comprado billete (en mi tierra Galicia, sólo votó el 19 % del censo, el 11 % SÍ y 
el 9 % NO) “Café para todos”, - se dijo entonces – cuando lo que convenía era servir 
tila, sosegar a los impacientes, calmar a los ambiciosos, y convocar oposiciones para 
asegurarnos de que ningún cargo público estaría ocupado por un analfabeto funcional.
Se propagó la especie de que todos servíamos para todo y así podía ser Ministro del 
Gobierno de España un personaje que no había cursado la Segunda Enseñanza y alcalde 
de su pueblo el repartidor de butano –con todos mis respetos para tan digno menester, el de 
repartidor.
Y surgieron de la nada diecisiete reinos de taifas con sus respectivas cortes, el 
correspondiente boato, sus representaciones en el extranjero, y el maná en forma de 
asesorías, observatorios, subvenciones y privilegios.
Como botón de muestra nos fijaremos en la noble institución del aforamiento, arcaica 
pero justificada en contados casos. Las personas aforadas gozan de un privilegio, en 
virtud del cual no están incluidas en el Art. 14 de la Constitución y, en consecuencia, no 
son iguales que el resto de los españoles ante la Ley.
Miremos hacia afuera. En Francia están aforados el Presidente de la República y los 
miembros del Gobierno; en Italia el Presidente de la República; en Portugal el 
Presidente de la República; en Alemania nadie; en el Reino Unido nadie; en EEUU 
nadie; en nuestro Estado de las Autonomías están aforadas, ¡más de diez mil personas! 
(Según los catedráticos Sres Esparza y Gómez Colomer)
¿Y, cuántos embajadores con sus correspondientes séquitos han dispersado por el 
mundo nuestros entes autonómicos?
“Que en la diestra y la siniestras tienes tú un par de agujeros por donde se va a los mares 
el río de mis dineros… podríamos cantar a coro los españoles.
Tal vez parte de la peregrina teoría económica de que “el dinero público no es de nadie” 
proclamada por una Señora Ministra de esta tierra del Buscón y el Lazarillo de Tormes, 
oído lo cual, y al grito de, ¡tonto el que no corra!, nos lanzamos a una orgía de apaño y 
derroche que fue el pasmo de Europa.
Apañaron más lo que más corrían, y un Ministro afirmó que España era el país en el que 
uno podía hacerse más rico en menos tiempo (lo sabía por experiencia propia, 
naturalmente)
La Ley de Cajas de Ahorro de 1985 fue el “ábrete sésamo” que permitió a políticos 
sindicalistas entrar a saco en la cueva del tesoro y conseguir que el dinero acumulado en 
cien años de buena gestión no quedara más que polvo.
Son un clamor las críticas de todos los españoles hacia nuestros dirigentes, con 
preferencia cuando gobierna la derecha, pues la izquierda es más complaciente con los 
suyos. Los que nutren ahora las algaradas callejeras parecen haber olvidado que los 
promotores del “desahucio exprés” y el invento de las “preferentes” fueron obra de 
otros ministros de gobiernos “progresistas” pero la memoria es flaca y aquella era 
todavía una época de vino y rosas.
Pero a lo que iba, estamos decepcionados con el comportamiento de nuestros políticos, 
pero los políticos no caen de los árboles, salen de nuestras filas, estuvieron sentados con 
nosotros en los pupitres del colegio, los políticos somos nosotros mismos en unas 
circunstancias distintas. Mientras a los niños españoles no se les grabe en su tierno 
cerebro que copiar en los exámenes es una punible y el castigo es la expulsión del 
colegio todos seremos un remedo, más o menos fidedigno, de Guzmán de Alfarache. 
Ahora bien, la responsabilidad es directamente proporcional a la autoridad; no reviste la 
misma gravedad la corruptela de un guardia municipal, que la de un Ministro de 
Interior, la de un secretario de juzgado que la del Presidente del Tribunal 
Constitucional, o la de un obrero que la del Secretario General de su Sindicato. A mayor 
honra mayor deshonor. Y hasta para ser ladrón hay que tener clase; no es lo mismo 
asaltar el tren de Glasgow que robar el dinero de los parados andaluces.
Ahora llegó el despertar y con él la resaca, no podemos abominar del que tarda en 
traernos la aspirina sino del que nos sirvió el whisky de garrafa. Somos pobres. España 
es un país pobre. Importamos a un precio muy alto cerca del 90% de la energía que 
consumimos. Cuando el primer gobierno socialista decretó el parón nuclear cerró a 
nuestra nación la puerta de entrada al siglo XXI. Francia tiene 59 centrales nucleares, 
España 6 incluyendo Sta María de Garoña que está a punto de cesar su actividad. 
Pagamos la energía a mayor precio que otras naciones de Europa no podemos competir 
en la producción industrial salva bajando los salarios. Podemos vender turismo, 
productos agrícolas, arte e ingenio. La inteligencia se cotiza muy alto y no nos falta, 
pero hay que cultivarla, como los tomates. Y hay que cultivarla en las Universidades y 
las Escuelas Especiales, pero hay que promover el esfuerzo y la excelencia: si la 
Universidad no es selectiva no es Universidad (esto lo oí de labios de Severo Ochoa). El 
arte y la ciencia son muy exigentes –el día en que todos los maletillas toreen en la 
Maestranza se acabó la Fiesta - . Las becas no son una obra de caridad son una 
inversión. Y en cuanto al derecho de todos los jóvenes españoles a tener estudios 
superiores ya se lo respetamos pagándoles el 75% de sus estudios, incluso a los que 
tardan diez años en terminar una carrera de cinco – y presiden luego una autonomía – o 
inician tres carreras y no terminan ninguna, pero triunfan en la política.
Lo importante es la calidad no la cantidad. Una Universidad no son, simplemente, 
magníficos edificios en medio de un bucólico paisaje, una universidad es, en esencia, un 
grupo de hombres de ciencia con vocación de enseñanza rodeados de estudiantes ávidos 
de aprender. Nos faltan alumnos y catedráticos con afán de superación y nos sobran 
universidades y Sindicatos de Estudiantes que cobran cuantiosas subvenciones y, cuyo 
Secretario General, que ronda los treinta años, debía haber abandonado las aulas hace 
tiempo. En España hay 79 universidades y ninguna de ellas figura entre las doscientas 
mejores del mundo; en California hay 10 y tres de ellas entre las seis primeras. De igual 
forma, un aeropuerto no es una pista muy larga y un par de radio-ayudas; un aeropuerto 
son aviones despegando y aterrizando, son pasajeros y mercancías en tránsito. Y una 
estación es un lugar donde paran los trenes y suben y viajan viajeros. Pero se construyen 
aeropuertos donde no aterrizan aviones y estaciones de AVE donde nunca ha parado un 
tren.
¿Para qué están los estudios de rentabilidad? El construir obras públicas no es siempre 
beneficioso para un país, lo es cuando van a ser rentables aunque sea a medio y largo 
plazo, de no ser así es pan para hoy y hambre para mañana, salvo para algunos que se 
comen el pastel. El célebre “Plan E” fue una idea digna de los Hermanos Marx que para 
que anduviera el tren quemaban los vagones… ¡Más madera!
Yo no diría ¡indignaos! Como Hessel, diría, ¡despertaos!, no escuchéis a los demagogos 
qué, como dijo Ortega, son los demoledores de las civilizaciones.
Saldremos adelante con esfuerzo y trabajo, y recuperando lo que perdimos en una 
revuelta del largo camino hacia la Democracia: la decencia.

Sobre nota asunto Greenpace-Armada Española

Sobre nota asunto Greenpace-Armada Española

Esto que está a continuación es una copia de un escrito de un MARINERO ESPAÑOL, muy ilustrativo de lo que ocurre con demasiada frecuencia con los hechos reales y las noticias que de ellos dan en los medios de comunicación.
Jaime Jiménez Muñoz
Greenpeace y la Armada Española.
Hoy he ido a trabajar a mi barco como todos los días. Trabajo en un buque de guerra de la Armada Española, soy Marinero de las Fuerzas Armadas y me gustaría dar mi opinión sobre el incidente con Greenpeace en aguas Canarias. Invito a compartir este artículo para que la gente sepa la realidad de lo ocurrido.
En la hora del descanso he echado un vistazo al Facebook y al Twitter y he vuelto a ver cientos de comentarios sobre la pobre chica de Greenpeace que había sido herida por una embarcación militar.
Para los que no lo sepan, hace unos días un barco de Repsol se encontraba en las aguas de Canarias haciendo prospeciones petrolíferas y era custodiado por el BAM "Relampago", un patrullero de altura de la Armada Española.
Un grupo de activistas de Greenpeace se acercaron a la zona con su buque y arriaron dos embarcaciones neumáticas. En ellas iban los citados activistas junto con pancartas y escalas de mano, con clara intención de manifestarse en contra y abordar el buque petrolífero.
El patrullero, en colaboración con capitanía marítima, la guardia costera y la guardia civil y a las órdenes del mando naval situado en Madrid, tenía como cometido proteger el buque de Repsol en sus trabajos en la zona.
Tras diversos avisos por radio en el canal 16 de emergencias marítimas, avisos sonoros y avisos visuales (uso de la megafonía, pantallazos con focos, bengalas, etc) el buque de la Armada decidió arriar sus dos Rhibs (embarcaciones neumáticas muy parecidas a las usadas por los activistas).
El protocolo en estos casos contra embarcaciones no cooperativas, no armadas y no hostiles que se adentran en una zona de seguridad delimitada por un buque de guerra es intentar persuadirlos y alejarlos todo lo posible. Al fallar las advertencias, las embarcaciones militares dieron avisos embistiendo en movimiento a los activistas. Esta parte es la que se puede apreciar al principio del video que circula por internet.
En la segunda parte del video se puede ver como Greenpeace se acerca al costado del buque de Repsol, con claras intenciones de intentar abordarlo, violando su zona de seguridad y convirtiendo sus actos en un delito de piratería.
Es en este momento en el que las embarcaciones del patrullero embisten de forma agresiva, subiendose practicamente encima de las otras embarcaciones, doblando uno de los bastidores y ocasionando la caida al agua de una chica de Greenpeace.
Una vez que se repele el abordaje, se observa la situación y se aprecia el peligro de la misma, pudiendo ahogarse una persona, el Nasar (Nadador de salvamento y rescate) de la Armada Española se desequipa, se pone las aletas y se tira al agua a rescatar a la chica.
Estando a bordo, el sanitario le aplica los primeros auxilios pertinentes y se dirigen rumbo al buque Relampago, donde más tarde un helicoptero evacuaría de urgencia a la activista herida a un hospital donde la pudiesen asistir mejor.
Estos fueron los hechos, claros, directos y sin comentarios subjetivos.
A las pocas horas las redes sociales, las televisiones y todos los medios difundían el citado video y afirmaban que las hélices de la Rhib militar habían herido gravemente a la chica en las piernas y que la Armada había actuado de forma incorrecta y temeraria.
Los profesionales de las Fuerzas Armadas actuan según los protocolos de protección, aplicando la fuerza de forma gradual y proporcional al peligro al que se enfrentan y no podemos olvidar que Greenpeace se encontraba comentiendo un delito e ignorando las advertencias dadas por el patrullero.
La última embestida es bastante brusca pero la intención, estoy seguro, no era montarse encima de la otra embarcación ni ocasionar que nadie callese al agua.
Cuando esto ocurre la chica es rescatada, socorrida y evacuada usando los medios militares que tanto critica la gente, cuando la culpa de encontrarse en una situación ilegal y peligrosa por no escuchar las advertencias es de los activistas de Greenpeace.
A su vez quiero aclarar que las embarcaciones de los buques más modernos de la Armada Española cuentan con un sistema de propulsión Hamilton Jet. Este tipo de propulsión naval funciona succionando agua del mar y propulsandola al exterior a través de unas toberas con hélices interiores, internas e integradas en la estructura de la embarcación.
Por lo tanto es totalmente imposible que las "hélices" de la Rhib militar hiriesen a la chica una vez en el agua, puesto que no existen.
Para ello he echado una foto a la Rhib de mi propio Buque esta mañana donde se observa el mecanismo de propulsión y además adjunto un par de esquemas de como funciona.
Es muy facil criticar al ejército y ponerse del lado de Greenpeace y mucho más fácil creerse todo lo que los medios publican. Es muy sencillo caer en el populismo barato y en la difamación de los cuerpos de seguridad del estado cuando solo hacen su trabajo frente a una organización que se manifestaba de forma inadecuada.
Nadie critica los motivos por los cuales Greenpeace pueda estar en contra del trabajo llevado a cabo por Repsol y estoy seguro de que incluso la gran mayoría de miembros de las Fuerzas Armadas esté con ellos. Nuestro trabajo es imparcial y en este artículo solo quiero reflejar una realidad, desvelar una mentira y dar datos que igual no todo el mundo conoce.
Animo a todo el mundo a ser imparcial, a informarse de las noticias que lee, a crear su propia opinión sobre el mundo que le rodea sin dejarse manipular por ningún bando y a compartir este artículo con más gente para que puedan conocer la realidad.
Al fin y al cabo, ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos.
Atentamente, un Marinero de la Armada Española



Friday, December 19, 2014

Goytisolo o el odio a España

Goytisolo o el odio a España
Goytisolo encarna como nadie ese odio visceral a la España histórica que tanto daño ha hecho a la cultura de nuestro país.
Hubo un momento en el que la izquierda española decidió que su enemigo no era sólo Franco, ni los ricos, ni la Corona, ni siquiera Dios. Hubo un momento –pongamos 1970- en el que la izquierda española decidió que su enemigo era, simplemente, España; una España idealizada –vale decir diabolizada- como encarnación histórica de todos los males, a saber, el oscurantismo, la cerrilidad, el analfabetismo, la arrogancia, la prepotencia, la violencia, el fanatismo, la injusticia. De repente toda la vieja literatura del “malestar de España”, que antaño tuvo un afán regeneracionista (incluso en un odiador como Azaña), se condensaba ahora en una execración sumaria y sin paliativos, una condena global que iba más allá del tiempo y del espacio. Ese día la izquierda empezó a pensar que romper España era un acto revolucionario. En semejante operación tuvo un cierto peso el autor al que ahora el Gobierno del PP ha concedido el premio Cervantes: Juan Goytisolo.
No debieron ganar los cristianos, sino los musulmanes. No debió ganar Roma, sino los protestantes. No debieron ganar los “blancos”, sino los moros o los gitanos. Cada rezo es una mueca grotesca, cada batalla ganada es una miserable carnicería, cada verso encierra un insulto, cada palabra de amor enmascara un complejo sexual. Caín era el bueno y Abel, el malo. Isabel la Católica era una atroz madrastra de cuento y más nos valdría habernos quedado con los Omeyas. La “Reivindicación del conde Don Julián” de Goytisolo es la mayor obra de odio a España –a la España real- jamás escrita. Y esa sensibilidad –más que la obra en sí- terminó permeando a una, dos, tres generaciones de progresistas españoles. Sus efectos perduran en la cultura española, sobre todo en la educación. Nada más lógico que verla ahora premiada por el acomplejadísimo Gobierno Rajoy.
El Cervantes suele darse a un autor por el conjunto de su obra. Pero lo de Goytisolo no es una obra; lo de Goytisolo es un complejo o, más precisamente, un montón de complejos puestos uno encima de otro y revueltos en sórdida mezcolanza. Complejo del niño que se queda sin madre en un bombardeo y que crece junto a un padre franquista al que detesta (porque le falta la madre). Complejo de niño bien que, por acomodado, siente una especie de simpatía reactiva hacia el pobre, al que desea redimir por el narcisista procedimiento de hacerse pasar por pobre también. Complejo de una sexualidad culpable e indefinida –siempre la falta de la madre-, de una homosexualidad vergonzante, de una heterosexualidad ocasional que se desmiente para volver a la pederastia. Complejo de blanco malo frente al moro bueno, complejo de español que no quiere serlo porque en España ve al padre que le sobra y a la madre que le falta. Complejo de burgués que se hace comunista para lavar su conciencia y que después, descubierto el podrido pastel estalinista, abraza una existencia de turista universal para predicar nihilismo desde una bonita casa en Marrakech. Juan Goytisolo es todo eso. Como no podía ser de otro modo, recaló en El País, depósito inagotable de ese plúmbeo izquierdismo que desde hace largos años descarga sobre España su despotismo intelectual. También por esto le han premiado los chicos de Rajoy.
Hace tres años, para Goytisolo fue precisamente el último premio importante que otorgó el Gobierno Zapatero: el de las Letras Españolas. Ahora el de Rajoy le concede el galardón más relevante de la literatura en español. Todo cobra sentido.

P.S.: Ya sé que el Cervantes, nominalmente, no lo concede el Gobierno, sino un docto sanedrín. Pero, créame, conozco el paño: los jurados de designación gubernamental (o de órganos satélites) tienen suficiente peso como para determinar el fallo. Este ha sido un premio gubernamental. Y eso es precisamente lo más preocupante.