La tripulación estará en el aeropuerto una hora antes del
despegue – antes si la ruta no es familiar. Cada miembro tiene que firmar, responsabilizándose
de que ha leído las regulaciones del vuelo. Los pasaportes, vacunas y licencias
deben estar actualizados y todos los miembros de la tripulación deben estar “sobrios”:
nada de alcohol a ocho horas de un vuelo, algunas veces más, dependiendo de las
normas de la compañía aérea o las leyes del estado.
Ni a los comandantes ni a las compañías aéreas les gusta
llevar a sus pasajeros tarde, Así que las tripulaciones compiten en la Oficina
de Despacho de Vuelos por la altitud más favorable en la ruta más corta. El
técnico de operaciones de vuelo recomienda una ruta; el comandante puede no
estar de acuerdo. Una ruta desfavorable puede suponer media hora de vuelo mas.
En un año esto podría costarle a la compañía 1.750.000 toneladas de combustible
en 350.000 vuelos.
El comandante dispone una carga de combustible teniendo en
cuenta una posible larga espera antes del despegue, y por niebla o alguna otra
eventualidad que pudiese cerrar el aeropuerto de destino, lo que supondría
volar a un alternativo.
Aproximadamente
40 minutos antes de la hora de salida, el ingeniero de vuelo comienza una
inspección alrededor del avión. Las reglas para aceptar un avión para el vuelo,
están establecidas en la MEL (Minimum Equipment List) documento de la aeronave
que establece cuales son los equipos mínimos
necesarios para que el avión sea aceptado como aeronavegable: si un sistema de
aire acondicionado está menos que perfecto el avión todavía está aeronavegable;
un inversor de empuje que falla sería aceptable en un vuelo corto a un
aeropuerto con buen tiempo, pero no para un vuelo a un aeropuerto con pista
contaminada con hielo. Pero si uno
de los sistemas hidráulico está sospechoso, el avión se quedará en tierra para
su reparación.
Un comandante puede cerrar las puertas a los pasajeros que
llegan tarde, pero puede esperar si el retraso está justificado comercialmente.
Puede llamar a la torre de control mientras embarcan los últimos pasajeros para
solicitar autorización para la puesta en marcha. Si varios aviones están
programados para volar la misma aerovía al mismo tiempo, el primero
autorizado cogerá la mejor ruta.
El segundo piloto calcula el peso máximo al despegue
permitido. Este depende de las condiciones en tierra, temperatura del aire
exterior, velocidad y dirección del viento, y la longitud de pista. Son
posibles los cambios de última hora; en el Golfo Pérsico la temperatura del aire
puede elevarse – y la densidad del aire caer – en cuestión de minutos. Carga,
pasajeros con billetes gratis (con frecuencia empleados de compañías aéreas),
combustible y algunas veces pasajeros de pago pueden ser desembarcados. Si la
carga ha sido desigualmente cargada, afecta al
equilibrado del avión y tiene que volver a ser recolocada.
Autorizado para empujar el avión hacia atrás, el avión es
maniobrado fuera del aparcamiento por un tractor remolcador. La torre a través
de la radio le da la ruta de taxi hacia la pista de despegue.
Alineados para el despegue la tripulación comprueba los
mandos de vuelo e instrumentos, y leen la lista de comprobaciones adecuada para
el despegue.
Cuando la autorización para el despegue llega,
el comandante empuja las palancas de gases hacia adelante con su mano derecha;
el ingeniero de vuelo le ayuda, observando los múltiples instrumentos de motor.
El comandante, con su mano izquierda sobre el pequeño volante de dirección de
la rueda de morro que se encuentra al lado de su rodilla izquierda, dirige el avión
como un autobús hasta que el timón de dirección se hace efectivo. El segundo
piloto sujeta la columna de control firmemente, diciendo en voz alta la
velocidad a medida que la aguja en su anemómetro oscila: “Ochenta nudos.” “Comprobación
cruzada. Cojo la columna de control,” dice el comandante, cogiendo el volante
de la columna” con su mano izquierda. Su mano derecha permanece sobre las
palancas de gases, dispuesto a cortar potencia si surgiese una repentina necesidad
de detener el avión. Las marcaciones blancas de la línea central se precipitan
hacia ellos, cada vez más rápidas. “¡V-uno!” el segundo piloto anuncia la
velocidad de decisión – Velocidad uno; si nada ha ocurrido el comandante
procede al despegue. Pone su mano derecha sobre el volante de la columna de
control… “¡Rotación!”
Un tironcito gradual de la columna de control y el morro del
avión se levanta. La tierra baja. “V-dos – régimen positivo de ascenso.” El avión
está en la velocidad de seguridad de despegue, calculada para producir el mejor
ángulo de subida para su peso. “Tren arriba,” entona el comandante. Los trenes
de aterrizaje se abaten en sus alojamientos.
El avión asciende empinadamente al principio, a
aproximadamente de diez a veinte grados, para ganar altura tan rápido como sea
posible y así reducir el ruido sobre tierra. La atención de la tripulación se
fija en los instrumentos de vuelo – el comandante manteniendo la velocidad óptima,
controlada por el segundo piloto quien anuncia cualquier discrepancia, el
ingeniero de vuelo vigilando los indicadores de los motores. Si la velocidad
cae demasiado las alarmas resuenan un aviso.
Una
vez fuera de las zonas sensibles al ruido el avión es nivelado, la velocidad
aumenta, los flaps (alerones de hipersustentación) se retraen y se llevan a cabo
las comprobaciones de después del despegue. Las señales de cinturones puestos
en la cabina de pasajeros se apagan, se reajustan los altímetros y se
comprueban los sistemas. El piloto automático puede conectarse aliviando al
piloto de mucha carga física, pero él todavía manda sobre los pilotos
automáticos para volar la senda correcta.
Un avión vuela de radiobaliza a radiobaliza sobre tierra. Cruzando
el Atlántico de Londres a Nueva York, el comandante puede seguir una ruta de
salida instrumental estándar (Standard Instrument Departure) (SID), poniendo
rumbo inicialmente para la radiobaliza Brecon en el Sur de Gales mientras llama
al centro de control de Shanwick para una ruta a Gander en Terranova.
Los controladores aéreos de centro o área pueden cuestionar
la ruta al comandante, y él puede conceder una nueva ruta, discutir o negociar
con otro piloto en “la banda de radio de pilotos”. Si él tiene que tomar una
ruta más larga de la planeada previamente, o es mantenido en una altitud
antieconómica para los motores de su avión, puede que tenga que hacer una
escala técnica para repostar. Los pilotos normalmente dan consideración al
vuelo con el trayecto más largo y la carga más pesada.
Una vez en vuelo de crucero, se dispone un turno de descanso.
Algunos comandantes intentan visitar la cabina de pasajeros, una cortesía apreciada
todavía por muchos pasajeros. En los vuelos largos, la tripulación realiza un
seguimiento de los informes meteorológicos, comprobando regularmente los
vientos contra las predicciones, dispuestos a solicitar una nueva ruta para
ganar un mejor tiempo de vuelo o un vuelo más suave.
El
trabajo duro comienza de nuevo a aproximadamente 200 millas del destino. En las
terminales ajetreadas, al avión se le puede autorizar a descender a
aproximadamente 13.000 pies en un punto específico del mapa, y luego guiado por
radar hasta dentro de las cinco millas de la pista. En aeródromos con poco
tráfico, el comandante puede ser libre para hacer su propia aproximación desde la altitud de crucero. Los controladores de torre no
saben exactamente a quien esperan, o cuando. La autorización para el aterrizaje
se da según llega el avión.
Algunos aviones están equipados para aterrizar con piloto
automático, pero normalmente se desconecta a aproximadamente 1.500 pies. Algunas
veces con mal tiempo un piloto volará la aproximación y el otro se hará cargo
cuando vea la pista claramente.
Con los flaps extendidos y los trenes de aterrizaje abajo y
blocados el avión necesita más empuje de motor y es más ruidoso, por lo tanto
el piloto intenta mantener al avión en configuración “limpia” (con los flaps retraídos
y los trenes recogidos) durante tanto tiempo como pueda. Debe estar
estabilizado para aterrizar a los 1.000 pies; si los trenes se han bajado cinco
millas con antelación, la resistencia aerodinámica puede costar un extra de 80
galones de combustible. Para usar el mínimo de combustible, el avión debería
descender lentamente, como un planeador.
Puede haber una larga espera en un “punto de espera”(holding stack) (donde
el tráfico entrante se dirige para volar alrededor de una radiobaliza de
aeropuerto) Si hay una cola de tráfico. Dos minutos antes de la toma, se hacen
las comprobaciones de aterrizaje.
A treinta pies sobre la pista el piloto levanta el morro del
avión ligeramente para bajar su régimen de descenso. Él apunta a un punto de
contacto – el cual desaparece debajo del morro a medida que hace contacto con
tierra a aproximadamente 130 millas por hora. Los inversores de empuje se
activan. Apenas se aplican los frenos. A medida que la precipitante línea central
de la pista disminuye su velocidad a la visión de los pilotos hasta una serie
de marcaciones separadas, comienzan las comprobaciones después del aterrizaje.
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